martes, 25 de mayo de 2010

El fuego el tiempo

Es curioso cómo cuando te empiezan a pasar muchas cosas, como que no puedes asimilarlas. Luego viene la calma, el tiempo para pensar, para desglosar lágrima por lágrima, buscándoles un porqué, saboreando el sabor de cada una, que se te confunden con la sonrisa y las carcajadas que tuviste justo minutos antes.

Un día casi acaricié la felicidad, todos nos miraban, todos pensaban "ellos son felices" y sonreían por dentro, les regalamos una esperanza con nuestros abrazos, risas, secretos al oído. Ese día fue el último, pero los demás no lo saben, para ellos ese instante es el eterno, es el que tienen en su mente como la imagen de amor verdadero.

Dos horas después lloraba, no entendía sus palabras, no lograba hilarlas. Mucho menos las razones; cada argumento estaba lleno de cosas ilógicas para el corazón. Se destrozó frente a mí a gajitos la idea de esa felicidad.

Lo único que sé de cierto es que viví esa etapa al máximo, que di todo, que pude experimentar en carne propia una historia de amor única, con aventura, riesgos, intimidad, conexión, cosas prohibidas, clandestinidad, mentiras para poder vernos "a horas no adecuadas".

Nunca fui siquiera la que puede llamarse "novia", pero sé que fui más en la intimidad, que fui el alma y el corazón alado que te revoloteaba y reías, que te descifraba siempre, que te llenaba de respuestas y te contaba cómo podía ser parte de una pintura, de una postal, platicando de todo y nada, regalando silencios a veces por la paz interna que tenía.

Lo demás, es nada, es tiempo, es mediocridad y rutina. Sé que cuando llegue a vieja, mi piel se arrugue y me siente en una terraza de mi casa para sentir los rayos del sol, bastará cerrar los ojos para percibir nuevamente cada sensación, volveré a tener 26 años, volveré a mirar en mis recuerdos mi piel tersa, su torso estará sobre el mío, sus labios serán nuevamente esa fogosidad hecha carne, su silueta estará sentada sobre el piso de la estación del metro, sus brazos rodearán mi cuerpo y yo, aunque esté sentada en una silla, plácida, tranquila, sentiré el corazón palpitar como la primera vez. Eso nadie me lo quita, ni él mismo podrá hacerlo jamás.

Duele, sí, un chingo, pero qué maravilloso mirar atrás y ver la pasión ardiendo, sujetar las cenizas entre las manos aunque se derramen y desaparezcan, aunque los segundos y el aire se lleven todo lo que aparentemente fue, y que yo alcanzaré alguna vez.

Sólo el tiempo, el fuego y las cenizas.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Oración para sentirse mejor

Cuando me siento mal, le dije a Kuruni que tenía una oración (estúpida) pero sí sirve.

Ahí más o menos va así:

"Chingue a su madre el de al lado, que me hace sentir mal, él/ella tiene sus propios problemas y por eso actúa así, no tengo por qué dejar que me afecte, pues yo estoy bien (emocionalmente)".


Creo que sí funciona...