Y algunas noches me llega un hambre insaciable de música, música, música... música para escuchar con los ojos cerrados, o con la luz apagada, abrasada por las lágrimas, pellizcando almohadas sin pulso, sin cerebro y sin voz, dejando que las canciones para llorar me arrullen poco a poco, hasta que se rinda la soledad...
2 comentarios:
A mí me pasa tanto con la música, como con los libros, las lecturas. Una locura repentina inexplicable...
Sí, otras noches es la poesía y otras más, es escrebir zonzadas
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