viernes, 26 de noviembre de 2010

dos de la mañana.

Y sus ojos,
no evitan mirar.
No pueden,
no saben.

Envidian las sonrisas,
tan ajenas. Tan deseadas.
Su corazón no entiende,
su cuerpo, cansado,
ya no puede esperar.

Sus ojos tienen miedo,
de ver para siempre,
pero nunca encontrar.

Su corazón deprimido,
le pide que ya no le muestre más.
Todo aquello que anhela,
y no puede dejar de observar.

Ella cierra los ojos, vencida.

Y a las dos de la mañana, decide dejar de buscar.