Tenías miedo y lo tienes ahora. Esa misma “timidez” mezclada con conformismo, esos pensamientos perturbadores, revueltos, hechos bola dentro de ti. Esa cerrazón extraña.
La primera noche que pasamos juntos me abriste el corazón de par en par, me contaste secretos profundos, dolores pasados. Quizá pensabas que no volverías a verme, que sería lo pasajero, quizá dijiste todo sin darte cuenta porque tenías años dándole vueltas.
Hoy, siendo yo la persona en la que más podías confiar, simplemente decidiste elegirme a mí para cerrar la puerta, justo como lo hiciste la otra vez, con promesas de no volver a hacerlo.
Pues bien, lo hiciste. Te creí. ¿Qué puedes pedirme ahora?
2 comentarios:
La única ventaja de que te cierren la puerta sis es que lo que sucede adentro deja de ser para siempre tu problema.
Ahora tú eres la que anda elevada wuuuu jiji.
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