Sostenía su cigarrillo sintiéndose un James Dean, pero evidentemente los años le pesaban en las orillas de los ojos. Esta tersura de piel que volvía locas a todas las mujeres, ahora se sustituye por manchas de notoria vejez.
Esos brazos de acero eran invisibles, cubiertos ahora por esa chaqueta de piel que se compraría en una tienda de baratijas. Su motocicleta, al igual que él, refunfuñaba ronroneos carraspeantes de cansancio; las mismas botas de la suerte, con el olor penetrado de tantas repintadas, para disimular el paso del tiempo. Sin embargo nadie podía negar que para él, toda esa gloria seguía en pie, no se venía abajo ni con las pruebas más fehacientes de su decadente imperio de mujeres y cerveza importada.
Con la gracia que ya le falta, toma sus Ray-Ban con una pata floja, la cual acomoda con cuidado para evitar su caída. Toda esa maniobra resulta con tal habilidad, que del cigarrillo aún penden las cenizas, que retira con un suave movimiento de mano, aunque parece que el pulso ahora le maraquea un poco más.
Tose fuertemente, y de repente todo (lentes, cigarro, chaqueta de cuero y el orgullo), se le vienen abajo justo sobre la mancha de aceite que su motocileta orinó. No existía mejor manera de percibir este retrato, de no ser por la luz neón de ese bar de mala muerte que su padre le dejara hace veinte años, cuando él se sentía invencible. Ni con la advertencia de su trágico futuro frente a él, pudo advertir que su vida seguiría otro camino.
(fin de I.)
¡Ay! ese día...
4 comentarios:
ash conozco a gente asi. Jajajaja. me encantó tu historia de Mr.Nefasto.
Love ya sis!
Ah sí, luego añadimos esa... maldición que nefasto es ja ja
Podríamos hacer un especial de nefastitos jajaja
Sí, hooray for the nefastos! y por cierto que sí es una historia suave la del Danni... jaja con todo y chamarra de cuero...
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